I Las vistas de mi ventana...

Desde mi ventana se ve la Plaza Mayor, no es muy grande, la ventana me refiero, pero lo suficiente como para poder ver historias pasar...

Desde mi ventana una vez vi un niño llorando, su madre reía y reía y el niño lloraba y lloraba. Me dio pena porque nunca me ha gustado ver llorar a un niño, al menos no desconsoladamente, y para verlo mejor me acerqué al cristal de mi ventana. Ya la madre reía menos pero el niño lloraba igual, ella trataba de explicarle algo pero como no cesaba el llanto de su hijo se lo llevó hacia la sombra. El niño ya no lloraba tanto y la madre salía y entraba de la zona donde el sol no llegaba, al final lo entendí, aquél niño se había descubierto la sombra. ¡Qué emoción!

Desde mi ventana una vez vi a un anciano que a malas penas podía andar. Se le notaba cierto aire aristocrático, en su juventud habría sido alguien importante. Tal vez iría de camino al colegio de sus nietos, aquello valdría el esfuerzo, le recibirían con los brazos abiertos y le pedirían que les contara aquella historia de cuando era espía... Seguí mirando desde mi ventana y vi que en sus ojos brillaba cierta tristeza, quizás iría de camino a la Iglesia para poder comer algo gracias a la caridad de aquellas monjas tan simpáticas, aquello valdría el esfuerzo, le recibirían con los brazos abiertos y le pedirían que les contara aquella historia de cuando era espía...

Desde mi ventana he visto a una mujer que no podía evitar sonreír, lo extraño es que iba sola. Tal vez sonreía porque se había enterado de que su hermana iba a tener su primer hijo. Sonreía al imaginarse en su casa con su marido y su sobrina jugando mientras que su hermana había salido a cenar... Tal vez sonreía porque por fin había dejado aquél trabajo tan horrible donde trabajaba tanto y le pagaban solo con dinero, sonreía porque ahora tendría más tiempo e iba haciendo planes para su primer fin de semana libre.

Desde mi ventana se ven muchas cosas, solo depende de cómo se mire, en los días tristes todo lo que se ve es malo y en los días buenos no veo a casi nadie exceptuando a mis seres queridos.

Desde mi ventanas se ve... (continuará)