Siento curiosidad por cómo me recordarán el día de mañana, no cuando sea mayor sino cuando ya no esté. Más curiosidad siento por saber a qué cielo iré, ¿iré al cielo de los buenos, al de los muy buenos o al de los santos?, bueno, al de los santos seguro que no, al de los muy buenos es bastante difícil y al de los buenos..., mejor me lo pregunto de nuevo: ¿iré al cielo?
La muerte me da bastante miedo, no por el hecho de morirme sino porque tal vez no me de tiempo a hacer todo lo que quiero. Yo haría un pacto con ella pero seguro que la eternidad es un plazo que no va a aceptar. Si me muero espero que al menos se me recuerde durante los veinte siguientes años, harto difícil pero no imposible, tal vez tenga que poner un epitafio de esos cómicos para que así alguien se pare delante de mi tumba.
Por desgracia no puedo prometeros que nunca voy a morirme pero mientras viva prometo vivir (esto es una chorrada mía que no viene a cuento pero me ha salido sin querer).
Ahora que hablo de la muerte me ha venido a la cabeza esa situación típica, de las películas americanas, en las que el médico le dice al paciente que le quedan dos meses de vida. ¿Qué haría yo si fuera el paciente?, en primer lugar me fumaría un cigarro y luego le diría a todo el mundo: "he decidido que dentro de dos meses voy a dejar de fumar", ya me imagino a todo el mundo alegrándose, y luego diría: "¡ah!, se me olvidaba decirte que dentro de dos meses me voy a morir". Esto reafirma la frase esa que dice "no hay nada malo que no pueda decirse con una sonrisa". Lo que más me preocuparía de saber que me quedan dos meses de vida sería cómo iba a decidirme por el próximo libro que me iba a leer, si en teoría tengo dos terceras partes de mi vida por vivir y aún así me cuesta horrores decidirme no quiero imaginarme sabiendo que iba a ser el último, uno de yoga igual estaría bien porque seguro que cuando me enterrasen no me iba a picar la nariz cuando esté relajado. Lo que si que tengo claro es que no haría ninguna locura, ya me imagino yendo a hacer puenting (o como se escriba), actividad que ahora no me atrevo a hacer por miedo a matarme, tirándome al vacío y... ¡zas!, se rompe la cuerda y me muero mes y medio antes de tiempo. Lo que sí que haría sería jugar mucho a la lotería, ¡mira que si me toca!, ya me imagino a la gente pasando por delante de mi tumba y diciendo: "mira, ahí está el más rico del cementerio, le tocó la lotería y en vez de un ataúd se ha enterrado en una caja fuerte".
Bueno, lo dicho, que tranquilos que no voy a morirme, al menos mientras que dependa de mi.
A veces necesito evadirme al mundo de Raquel, lo necesito pero no lo hago, y eso que hay quién piensa que nunca he estado allí.
Ya sabéis que en el mundo de Raquel los días son solo días y eso que hay quién piensa que allí los días lo son todo.
No hace mucho estuve en el mundo de Raquel, eso es lo que quiero creer, y estuve bien. Raquel me arropaba todas las noches, luego yo me destapaba porque hacia calor.
Ella es muy seductora, siempre procura engatusarme con su dulce voz, me dice que me quiere, que nunca me dejará, que siempre estará conmigo, que siempre me esperará.
Raquel sigue ahí, lo noto, no solo quiere invitarme a tomar café, quiere que me vaya con ella. Yo le digo que no, que no podemos vivir juntos, al menos no eternamente, tal vez me iría con ella de vacaciones, pero solo tal vez.
Lo que está claro es que no puedo dejar de pensar en ella, ni ella en mi, simplemente es un amor platónico, lo que fue ya nunca podrá volver a ser.
En el mundo de Raquel...
Escribir para recordar. Recordar para no olvidar.
¿Y si un día nuestros recuerdos se van?
Imagina que un día, el ayer no es. Las personas de tu vida ya no son. Un día tus momentos felices se han borrado; a los que amaste no conoces. Tu novia es de otro, tus hijos no son tuyos y tu madre no existe. Un día tu mente no recuerda, todo se ha borrado. Ya no eres, tu vida se ha esfumado.
Es triste ver que tu padre no sabe quién es, que crea que tu madre es la vecina del quinto y que sus hijos los confunda con otros. Es triste darle un abrazo y te pregunte -¿tú quién eres?_
Es triste y se llama Alzeimer.
PD: Se lo dedico a mi abuela, que aunque nunca me pueda leer y el olvido se haya apoderado de ella, la quiero mucho.
PASEO DE LOS ENAMORADOS
Antes había un huerto, había una campa, un hombre partiendo leña para el invierno. Por aquí pasaba la acequia, todo esto era un camino arbolado, frondoso. En aquella orilla había una casa, muy antigua, de las de antes, un poco descuidada. Era el camino a mi colegio y se llamaba “paseo de los enamorados”. Durante tantos días al pasar por aquella casa, imaginábamos quien viviría en ella. A veces se nos hacia tenebrosa, cuando llovía y los días eran grises. ¡Entonces, sí que las historias se nos ocurrían temibles! Otras veces, se nos hacia la casita de una cortesana o unos entrañables abuelitos. Así se nos solía presentar sobretodo en primavera, cuando las flores rodeaban las enredaderas. ¡Imaginar!..Cuantas historias inventadas al salir del cole! Supongo que cada uno tiene su paisaje, su decorado del camino al cole, desde los ojos del niño. Yo lo recuerdo con mucho cariño, era realmente bello. Pero ahora me entristece porque ya no existe. No queda nada de lo que he descrito; nada absolutamente. Ahora ese lugar es otro. El encanto de mi barrio se ha disipado. Ya no existe el camino viejo de los enamorados. Todo convertido en planes inmobiliarios, edificios fríos, ladrillos y cemento. Me entristece pensar que los niños no disfruten de su imaginación, de sus PROPIOS cuentos y fantasías.
Yo por lo menos tengo el recuerdo. Ahora lo escribo para no olvidarlo.
- Esta entrada la escribo gracias a "Navarra".
Se trata de escribir sobre un lugar, da igual si el lugar trae buenos y malos recuerdos, se ha de escribir sobre ese lugar que jamás olvidaréis.
Comienzo yo:
Allí en lo alto he pasado buenos momentos con mis amigos, nuestras espaldas apoyaban sobre el muro trasero de una Iglesia y a nuestros pies un barranco pequeño. Allí sentados solo se veían unos cuántos montes, una línea que era una carretera y unas cuantas luces lejanas de alguna que otra casa de campo. El pueblo se quedaba delante de la Iglesia por lo que no llegaba ningún ruido hasta donde nosotros estábamos sentados y en compañía nos sentíamos solos. Ahora recuerdo con una sonrisa todas las estrellas fugaces que nos deleitaban las cortas noches de verano, lo recuerdo con una sonrisa porque pasó mucho tiempo hasta que descubrimos que no eran estrellas fugaces sino las luces de los coches que pasaban a lo lejos.
Éste es mi lugar, podría haberlo descrito más pero creo que lo principal se entiende.
¿Cuál es vuestro lugar?
Gracias a misscronic que me ha mando mediante correo electrónico un link de lo más interesante creo esta entrada ;-)
