jueves, enero 19, 2017

Antes de dormir me acuerdo de él.

No puedo explicar lo que siento cuando ese niño me abraza. Creo que es lo que la gente llama "ser feliz" Y cuando duerme no puedo evitar mirarlo e imaginar lo que estará soñando, ojalá sea con angelitos. Él es el sentido de la vida, antes me preguntaba cuál sería pero ahora ya lo sé. 

Paseamos y hablamos, me encanta formar parte de su mundo. Escucharle contar cómo pelearia si nos atacara un dragón. Yo siempre le digo que si lo tengo a mi lado ya no hay nada que me de miedo y es que me enfrentaría al mismo diablo por protegerlo. 

Cuando me dice lo que quiere ser de mayor, cada semana cambia de opinión, lo escucho y me encanta ver el brillo de sus ojos. Le digo que sea lo que sea lo que quiera ser tendrá siempre mi apoyo, intento que entienda que tiene que ser aquello que le haga feliz y lo digo de corazón. Astronauta, barrendero, payaso, médico, músico, escritor, cura... ¡lo que quiera! 

Cuando tiene un mal día hablamos hasta que consigo hacerle ver que un mal día es solo eso. Que las cosas malas hay que afrontarlas pero que pasan. Que la vida no es fácil pero que tampoco están complicada como nos quieren hacer creer. Al final consigo un poco de alivio en él y termina por abrazarme. Es lo más parecido a ser un superheroe que puedo imaginar. 

Y sigo aprendiendo. No dejo nunca de aprender con él como ya he dicho otras veces. Sinceramente creo que es la persona que más me ha enseñado en este mundo y que más me ha hecho conocerme a mi mismo. 

Intento estar a la altura, el tiempo dirá si lo consigo. Intento guiar a esta nueva persona que está creciendo sin marcarle el camino. Y por supuesto no intento que se parezca a mi, ni que opine como yo, que sea él quien decida lo que tiene que tomar de mi. ¿Cómo voy a intentar que se parezca a mi, que piense como yo o que opine como yo?  ¿Cómo, si él es el que me enseña a mi? 

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