miércoles, enero 30, 2008

Óscar Drei. De Marina por "Carlos Ruiz Zafón"


Marina.

Es el último libro que me he leído, me he tomado la libertad (y por sugerencia del club de lectura de Yecla) de escribir sobre cómo era el antes en la vida de Óscar Drei. Ahí va:

Óscar era, por desgracia, lo único que mantenía unidos a sus padres, era como el filo de un cuchillo que mantiene, por un instante, unidos el mango y la piel desgarrada.
Nació cuando tuvo que nacer pero no cuando debería haberlo hecho, quizás unos años antes hubiera estado bien. La vida no le preguntó, tal vez ni lo tuvo en cuenta.
Su primer "mamá" no se lo dijo a su madre, ni ese ni ninguno, su madre era solo María. Su padre jamás jugó con él al balón, ni al balón ni a nada. Óscar no sabía que sus padres se odiaban, se aborrecían y él era de los dos.
Y así entre sirvientes pasó su infancia, creyendo que todo aquello era normal pero sabiendo que faltaba algo, no en vano eran sus padres quienes faltaban. Si al menos lo hubieran querido un instante, aunque fuese por error, aunque hubiese sido mentira.
Era un niño espabilado, despierto a la fuerza, solitario en compañía. Espabilado por crecer rodeado de tanto personal, despierto como el niño que ha de robar su sustento y solitario por carecer de familia.
Quizás lo mejor que le pasó fue ingresar en el internado, para así formar parte de algo. Saber que su soledad podía ser compartida y entendida. Compartir momentos felices con algunos compañeros. Entender que hay que vivir con lo que te toca. Y a él le había tocado una vida como cualquier otra.
Una vez le pregunté cómo había sido su infancia, cómo había sido su vida. Me respondió que de su infancia apenas recordaba nada y que lo que recordaba no se podía llamar infancia. De su vida me dijo que una vez descubrió lo que era el amor pero que no podía decirme más ni explicarse mejor, sólo recordaba lo que nunca sucedió.
Pudiera ser que recordase que su madre una vez le dio un beso, que su padre un día lo castigó, que lloraba cuándo tocaba baño porque su madre le frotaba muy fuerte, que su padré le enseñó a caerse y a montar en bici, que su madre lo vestía como a una nena con esos zapatos tan horteras, que su padre mediante magia sacaba cigarrillos de sus orejas, que su madre lo despertaba por las mañanas, que su padre le enseñó como usar el cuchillo, que su madre no le riñó cuando rompió la lámpara de la abuela, que su padre lo llevaba con él los domingos a comprar el periódico, que su madre reía con él, que su padre le enseñó a atarse las cordoneras, que su madre, que su padre... nunca hicieron nada de eso.

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